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Mostrando entradas de julio, 2011
Tus pupilas argénteas se derraman lacónicamente sobre este silencio intermedio; el vacío de las palabras que existieron a veces desangra mis venas abiertas. Tu alma inmediata me parece desconocida hasta que vuelves a mirarme en triste confusión, quisiera pero ya no puedo responderte, el mutismo sin causa me abstrae otra vez, no me atrevo a volver a verte...ya no sé cómo.
Tu presencia remota ha permitido la recreación del universo resumido en mi existencia. Mis párpados se abren ante un mundo que renace a partir de la inquietud del fuego que te ha forjado; cuántas luces de artificio, cuantos abismos antes de tu encuentro. Perece lo ordinario para dar lugar a ese caos que eres tú, silueta arrodillada sobre sus propias cavilaciones, cúmulo de ondulaciones pueriles, ojos que se saben fastuosos, glorificados por esa coronación de rizos sombríos. Ahora puedo decir que cada vez me aproximo más al borde que divide este sentimiento de vida efímera de la obstinación a los delirios inasequibles. Me acercas ala oquedad en que te ves envuelto, ese vacío en el que tornas la muerte real y haces más tangible la dimensión de la perpetuidad.
I Un ángel orlado de negro me visita, su luz fúnebre ahonda en mi mente noche a noche, de sol a sol; ¿quién soy sin su tiniebla de cielo? ¿a dónde voy sino al abismo suyo? Mis dedos, ya nocturnos, buscan su vacío tocan su espacio, ansían sus alas. Llamaradas de fuego deja a su paso cenizas con que cierro mis ojos heridas que abrió con su espada; ¿a dónde partió aquella tarde ausente? No hago sino buscar despojos suyos descubro que sus huellas se han borrado de mi piel vaho de cristal sin sangre beso de flor encendida en mi sien. En senderos de lumbre abrazo sus pasos incendio mis manos con su tierra, respiro su aliento lunar. Maldición que llega de un desconocido lugar, ser abandonado, hijo del crepúsculo creador del cielo y del infierno, huyó hacia el instante escondido para reencarnar las sombras olvidadas ¿acaso éste ángel no fue también una sombra? Bestia caída que busco a tientas luz mortal que me conduce a ciegas espero su visita y la eternidad que
La salvación emerge. Suele llegar cuando uno menos lo espera, de la manera más inesperada, cuando parece ser más necesario; corrompe con su oscuridad trastornando lo que parecía reivindicarse. Es un renacimiento que nos regresa a la anterior sepultura, y advertimos que también es la causa de nuestra efímera decadencia:redención que se torna condena. ¿Cómo expulsarnos del edén infernal en el que ahora nos encontramos suspendidos? Nos abstraemos extasiados hacia lo indefinido, oscilamos instintivamente para reanudar lo que quedó inconcluso. La oscuridad nos ilumina apaciblemente mientras el dolor se transmuta en sedante. Ahora parece que las dimensiones del tiempo se alteran conforme ahondamos en el abismo que es nuestra resolución, levitamos dentro de un letárgico silencio que se vuelve eterno, a través del cual comenzamos a comunicarnos, un mutismo más explícito que las propias palabras. En cualquier momento el sonido nos fulmina, nuestras pupilas se contraen al abrir los ojos, la