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Mostrando entradas de diciembre, 2012
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Tus ojos son el origen de un tiempo que no pertenece a esta tierra. El instante posterior al amanecer abrasa tus ojos en la levedad del silencio. Antes de que la luz se derrame por completo, tu mirada ya se ha teñido con la miel del mar y todo se encuentra  plagado de aves que sangran surcando sus olas infinitas.
I ¿qué palomas vuelan al final de la última vena donde esos latidos verdosos de verano brillan debajo de tus párpados cerrados? la ciudad es cada vez más inabarcable: un fondo de luz es la medida de mis brazos mientras el tiempo se dilata sobre la piel y los labios bajo el cielo los ojos se multiplican simulando el infinito en cada mirada como diamantes errantes a través de un laberinto de espejos II el deseo se procesa entre la sangre tendidos sobre la tierra los pulmones se expanden al sol y se encienden los huesos ciñéndose a las raíces de la carne se hunden todos los astros de madrugada y en el sopor del vacío se alimenta la máscara del día que pretende ser el principio del origen un cuerpo se suma a otro en comunión indómita amanecen entonces atestados por la levedad del tiempo o la elevación del lenguaje III somos invitados invadidos de la urgencia silvestre de la muerte las convulsiones del aliento flo
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Subí al avión buscando a G, la escalinata era estrecha y blanca. Él estaba al fondo, en el asiento del lado de la ventanilla y cuando nuestros ojos se encontraron sonrió con la sonrisa de siempre. Me acerqué para decirle que J me había dicho que la mujer a quien esperaron el día anterior nunca llegó, G dijo que no había problema y me dio las gracias. Su asiento coincidía con el de algunos amigos, así que me senté con ellos y conversamos. Recuerdo que habló sobre la muerte de su padre, hecho que no era culpa de nadie pero que todos en su familia habían tenido que pagar; también hablamos sobre cuestiones relacionadas con la Facultad y otras cosas que ya he olvidado. Minutos después el avión comenzó a avanzar, entonces le dije que mi destino no era el mismo que el suyo, yo me dirigía a otro Estado y mi avión partía al día siguiente. Me dijo que entonces bajara en la próxima vuelta que daría el avión, ahí podría hacerlo. Y así fue, algunos metros después el avión giró ligeramente a la
 Noche y alcohol           sembradío de flores                              en tu garganta                               tu cuerpo         a punto de extinguirse                            entre los astros.
Te amo, te amo, no te amo. Tierra y fuego en tus labios saben a muerte perdida. Una lluvia de pétalos me aplasta la columna vertebral. Me arrastraré como una serpiente. Un pozo de lengua seca clavado en el vacío alza su furia y golpea mi frente. Me descrismo y derribo, abro los ojos contra el cielo mojado. El mundo llueve sus cañas huecas. Yo te he amado, yo. ¿Dónde estás que mi soledad no es morada? Seccióname con perfección y mis mitades vivíparas se arrastrarán por la tierra cárdena.  -Vicente Huidobro-
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Las aves distantes  podrían ser  la medida  entre el cielo y la tierra. Aves tan remotas  como la articulación de las voces alejándose de la superficie  hasta dejar de distinguir  el centro de la periferia.
Nada esencial sucede en la ausencia del ruido… en la mayoría de las culturas, el tema del ruido descansa en el origen de la idea religiosa… Entonces, la música, constituye una comunicación con esta primordial y amenazadora oración del ruido. Jaques Attali I Es la arquitectura de tus palabras perforando mis pupilas y tu melomanía emergiendo desde mi médula en secreto. Aquí sólo el zumbido infinito de tus labios-alas vibrando allá donde el sol, al fondo del cielo; ahora sé que habitarás en mi cuerpo eternamente, dentro de los árboles o debajo de la tierra como el eco de las aves navegando sobre el silencio. Un aura sónica ya me une a tu cuerpo, El sonido inmensurable nos ha tornado visibles. Miro el matiz sedante de tu silencio agonizando, y de mis dedos emergen palabras eyectadas por mi mente dispersa, símbolos ambiguos que se hunden en la noche detrás de los astros, sobre las manos de la muerte. II Ojos de la ciudad, lentejuelas p
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Las carreteras que hacia ti me conducen forman un horizonte colmado con la luz amarilla del sol: milpas de madrugada ardiendo frente a mis ojos. De pronto, no saber de tu tristeza -estela de café y nicotina, sombra de otra piel sobre tu piel diseminada- descarrila mis pasos de tus veredas australes. And even now if I just close my eyes...
Y me descubro tratando de escribir sobre ti, intentando volcar el torrente del desorden poliforme que habita en mis entrañas hacia tu ser tan poco culpable. Las palabras se hallan atascadas pretendiendo encontrarse en tus ojos o en la visceral salutación entre nosotros, pero el espacio inagotable de la hoja en blanco no te pertenece, a pesar de esa urgencia mía por materializarte y abandonar las ideas que se agazapan en pretiles de puentes que se dicen anónimos. No puedo aprehenderte sino en palabras, en incontables madrugadas dilatadas y naufragios que se acumulan por las mañanas. Ojalá conociera el destino de tus canciones secretas, el murmullo de esa boca cuando al fin dice lo que ha callado, levemente, al fondo de la ciudad; ojalá sólo me bastaras para unas líneas incólumes.
es el aroma que no tienes y las palabras que tus pupilas desatan el silencio del mediodía diluyendo las huellas de nicotina que persisten en tu cuerpo arriba el cielo témpano salpica de hojas el asfalto del sur donde se ocultan nuestros huesos famélicos detrás del trazo de alguna despedida tu nombre en la boca de la humanidad palabras de agujas atraviesan la soledad de la multitud fotografías que palpitan estrujadas en los párpados qué hacer con tus ojos alondras dentro de mis puños un parpadeo: las olas del mar o el naufragio del cielo tiéndeme tus alas que la sangre hormiguea en las venas calcinadas tus semillas se ahogan y la tierra se agita en un vaivén de latidos de árboles que te nombran donde los laberintos de los cuerpos se hunden dentro donde haces amanecer la noche infinita donde el día se detiene donde todo es sol