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Mostrando entradas de abril, 2016
"¿Pero cuándo el amor es propiamente amor? ¿Puede uno amar a quien le acompañó por una hora? ¿Por dos horas, dos meses, dos años, dos minutos? ¿Se ama a quien se conoce, justamente por eso, o es quizás al revés: conocemos para mejor desconocer, y así poder amar sin el estorbo de la realidad? ¿No es cierto que quienes más se aman son a veces quienes menos se conocen? Ni una sola de estas preguntas se plantea jamás para buscar respuesta verdadera. Ninguna la tiene, ni la tendrá, a menos que uno decida imponérsela, casi siempre de acuerdo con su más absoluta inconveniencia. Incluso sin respuesta, lanzadas al espacio estratosférico de los propios insomnios, las preguntas que apuntan a la probable existencia del amor suelen aparecer cuando no queda tiempo, ni voluntad, ni siquiera osadía para ponerlas en duda. Preguntarse si por casualidad se ama equivale a plantear una alternativa entre felicidad y desdicha, buena y mala fortuna, besos y bofetadas. Se elige ser feliz, besado, afortun
escribes en el aire como si nubes derramaran de tus dedos como si colocaras una a una sobre el cielo dispuestas a convertirse en lluvia las palabras-nubes son luz en tus manos  llueven despacio en líneas fragmentadas  sobre el polvo y la tierra seca  escribes como un sol invisible hilvanando entre las sombras un parpadeo de sueño y el aliento de flores muertas déjame respirar  la pureza de tu cielo alcanzar tus nubes flotar en la levedad de tu universo  déjate llover  inunda esta ciudad de ciegos donde aún quedan latidos de cuerpos dispuestos a desnudarse 
juguemos a respirar juntos a inventar palabras nuestras: un idioma dentro del sueño juguemos a la poesía a fingir que el tiempo es estático a que estás conmigo y que estoy contigo cuando ya sólo estremece tu sombra juguemos a que sé dónde encontrarte a que no he olvidado cómo caminar  sobre el eco de tu voz ni cómo devolverle el sentido a tu andar  quiero disipar las nubes de tu cielo sembrando estrellas de luz inmortal para que no desaparezcas nunca  ni el silencio más cotidiano  es lo mismo sin tu presencia crisálida en flor   siempre eterna en mi memoria  juguemos a que estás aquí  y a que la marea aún aroma  este viaje en el que coincidimos