Últimamente los días son completamente blancos o grises o azules. Tan inciertos. De día hay sol, un sol que atraviesa los cuerpos hasta lo más profundo de sus partículas; pero luego, por las tardes, la lluvia cae, entonces todo se apaga y me pongo a ver las cosas inundarse desde mi ventana. Miro tus fotografías, las calles y los edificios estáticos a través de la lente de tu cámara. Quisiera decirte que quizás te entiendo, que vivimos en la misma ciudad desde hace siglos; que también extraño los años que no he vivido y sólo me es posible retratar cada instante si es en blanco y negro. Quisiera decirte tantas cosas, dejar las palabras una por una sobre tus manos abiertas, como pétalos de flores que nunca conocerán la muerte. Escucho llover como escucho tu voz, como se observan los ojos reflejados en el reflejo de su propia mirada sobre el agua. No sé dónde estás, no sé adivinar las tardes sin tu tristeza. Cuéntame el secreto de tu ojos, dime que la vida como una nube se disuelve en
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