Tu presencia remota ha permitido la recreación del universo resumido en mi existencia. Mis párpados se abren ante un mundo que renace a partir de la inquietud del fuego que te ha forjado; cuántas luces de artificio, cuantos abismos antes de tu encuentro.

Perece lo ordinario para dar lugar a ese caos que eres tú, silueta arrodillada sobre sus propias cavilaciones, cúmulo de ondulaciones pueriles, ojos que se saben fastuosos, glorificados por esa coronación de rizos sombríos.

Ahora puedo decir que cada vez me aproximo más al borde que divide este sentimiento de vida efímera de la obstinación a los delirios inasequibles. Me acercas ala oquedad en que te ves envuelto, ese vacío en el que tornas la muerte real y haces más tangible la dimensión de la perpetuidad.

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