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 ¿qué es un corazón herido?  las olas que quiebran en un vacío inmenso  donde los colores se ausentan  y todo es ceguera un corazón que palpita sin ritmo bajo la piel desierta polvo acumulándose en silencio
por las noches  cuándo pienso  qué es lo que aún duele  el silencio  me repite -entre latidos apresurados y el aliento que agoniza-  que al final tú encontraste otras manos otros labios otro camino  mientras mis pies  se hunden en el asfalto  mirando tus ojos  sus cuencas salvando tu espacio  estático  inerte  por las noches  duele cuando me pregunto:  ¿cuántas personas  coincidimos al amarte?  ¿a ti también te duele?

Químicos

Sigo sin entender esta inercia indescriptible a volver a caer después de las heridas, o mejor dicho, a levantarse y correr, a no detenerse sabiendo que el firmamento es desconocido, y uno cada vez más vulnerable. Ya no comprendo esa emoción febril al descubrirse nuevamente en otros ojos, la voluntad de entregar nuestro tiempo, ni esa curiosidad al explorar la realidad del otro, ese sendero largo, que uno se dispone a recorrer sin saber hasta donde llegará. Quizás es un dejo de esperanza, la consciencia de que existe cierta probabilidad, la ilusión de que tal vez, ahora, el resultado será distinto: una excepción. Sin mucho entendimiento uno decide navegar una vez más, "hoy al revés, me muevo en círculos... muy poco lógicos...", se arroja a un vacío sin pasado ni futuro, un instante constante de esa emoción ya conocida, de incertidumbre, adrenalina, "son sólo químicos, se mueven rápido y me hacen perder la calma"... Después de tantos años, uno vuelve a ese estado, pro
No recuerdo haber escuchado palabras que reflejaran algún sentimiento dentro de mi núcleo familiar después de haber cumplido los seis o siete años. Un “te quiero” o un “te amo” no eran algo frecuente entre nosotros, era más bien algo inusual o hasta inexistente. Al pasar de los años, después de convivir con las familias de mis amigos cercanos, descubrí que quizás la mía era una excepción extraña, en la que sólo había besos de saludo y despedida, en la que los abrazos no existían y uno sólo podía llorar a solas, en silencio. Comprendí entonces que mi familia era diferente, aprendí a ser distante y ensimismarme en mis propios pensamientos.    Pasaron casi veinte años para que pudiera decirle “te quiero” a mi madre de nuevo. Esto sucedió casi después de haber encontrado un departamento que poder rentar para al fin mudarme. Aún recuerdo aquellos primeros meses de independencia: ella me llamaba casi todas las noches, pero yo jamás contestaba; también me mandaba mensajes por WhatsApp duran
Perdí la cuenta de los días, pero estoy segura que hoy se cumplen seis meses, es decir, aproximadamente ciento ochenta días . Acabo de leer la entrada anterior, apenas navegando en el día veintiuno de ésta nueva cotidianidad, con el deseo aún latente de recuperar esa libertad que nos fue arrebatada de un momento a otro,  sin saber que los días se extenderían hasta formar semanas, que muy pronto éstas se acumularían tornándose en meses, y que, en su totalidad, ésta nueva forma de vida abarcaría la mayor parte del año.  Por mi mente juegan diversas ideas respecto al tiempo transcurrido; éste proceso al que nos vimos obligados a experimentar, naturalmente puso al desnudo cada una de nuestras máscaras, sobre todo aquellas que quizás antes decidimos simplemente negar, evadir,  o pretender que no eran parte de nosotros. La soledad representa entonces una suerte de espejo sin tiempo ni espacio, y el encierro sólo nos dejó una puerta abierta, aquella que nos dirigía ciegamente a nosotros mismo

Día 21

Desde mi habitación recorro la ciudad a través de una canción o de alguna fotografía, sé que al igual que yo, miras por la ventana mientras te inundas de la irrealidad que parece impregnar todo a nuestro alrededor. No es la primera vez que la ausencia se hace presente, pero esta vez, la distancia que nos separa es igual a navegar sobre un océano nocturno, sin brújula ni sexto sentido; es estar perdidos en lo desconocido y olvidar la memoria que hubo de algún mañana. Debajo de tus párpados se esconde el temor y la incertidumbre. Ambos miramos al cielo y jugamos con las nubes; el tiempo pasa pero todo parece seguir igual. Al volver la mirada nos reencontramos con el vacío, lo insoportable que resulta habitar con uno mismo al no conocerse del todo. El sol desciende abrasando las calles y los árboles, los murmullos de quienes no pueden detener sus pasos aún hacen ruido y rompen el silencio. Te pienso una vez más, trato de adherirme a tu mirada y el sonido de tu risa, a los recuerdos que p
Dr. T, recéteme una dosis de Bacardi cada ocho horas campechano con hielos cantinas como consultorios donde vuelvo una y otra vez doctor, me duele aquí alguna mentira aún se halla dentro me inquieta, me agita no me deja seguir doctor, ¿por qué los caminos se bifurcan? ¿cuánto tiempo permanecerán los neuroquímicos en mi organismo? ¿por qué me ha citado en esta cantina-consultorio si no tiene la cura? han pasado ya tres meses, doctor en algún momento creí que los síntomas habían desaparecido, pero aquí –ahora- me doy cuenta de que mi estado es casi el mismo: no puedo escuchar a Chalino ni a Valentín sin pensarlo a donde sea que miro hay algún referente al Cruz Azul –lo cual me refiere a su persona- he empezado a automedicarme ron blanco la poesía se transmuta en sueños, y los sueños en memorias y, por último: no soporto despertar los domingos a solas.
navego en un mar de redes y aunque mis ojos pretendan cegarse, ahogarse en la oscuridad debajo de los párpados, o en la luz de alguna mirada, al final me encuentro náufrago de un pasado que no pertenece al ahora -pasado que no puede ser pasado- como una memoria constante círculo sin cerrar espiral infinita tiempo programado para persistir entonces, me reconozco invasora de recuerdos impotente, sin voz a propiándome de tu historia hilando sucesos inventando conjunciones, tristemente  a través de una máquina no de tu voz, ni de tus palabras (porque parece  que las memorias que callas son las que Facebook me recuerda más) ¿en qué momento decidimos plasmar nuestro pasado en una plataforma tan asequible al otro tan palpable, tan pública? ¿en qué momento  el pasado volverá a ser un pasado propio sin intervenciones ajenas ni intermisiones anacrónicas? ¿cómo omitir  lo que no quiero ver cuando constante me bombardea  con cada búsqueda cada palabra

4:05 am

to a stunned wanderer Have you ever felt electricity within a person? Have you ever stayed under the rain just to feel alive? Have your lips touched a starry silent sky? I wonder if one day I’ll find all the answers I’ve been looking for, if I will ever get tired of your eyes or if you’ll remain as my deepest mystery. Time passes so fast, it goes away like crystal water dripping from my hands; I wish I could stop and rewind, go back to those moments when we were so transparent, maybe too fresh and afraid, but god, so sure about each other. We were the world and nothing else mattered, we were together and life was just an endless road of memories and dreams to share. I would go back then and take a picture of us mid laughing, looking at each other, all covered with kisses during a random weekday evening. I fear my mind will slowly erase those moments, the ones I don’t want to forget ever. But let’s face the truth, you’ll be gone soon and I’ll be gone too. This is all I have. You’
tu rostro descansa en mi vientre duermes casi sin respirar, mis manos viajan sobre ti mientras te observo: toco tus párpados, tu cabello, cierro los ojos y me pierdo en este instante, pienso largamente en un futuro incierto convenciéndome de prolongar cada momento: la vulnerabilidad de tu cuerpo sobre el mío como una paz efímera ya para siempre en la memoria
déjame besarte el corazón besarte hasta la sangre fulminada de sueños y tocarte en las palabras  bajo el agua de tus ojos para que no me olvides  para que la noche náufraga  no nos abandone con la máscara del amanecer para que el tiempo se desvanezca  como un secreto a punto de morir en el borde de los labios
Quisiera de alguna forma borrar la memoria del tiempo que compartimos. Ahora pienso que lo más difícil es que más allá del tiempo invertido, nuestras vidas se conjugaron en los mismos hábitos y costumbres, una forma de vida anclada al otro. Ahora es difícil estar sola, volver a vivir en una soledad ya olvidada. Quizás esto es lo último que te escribo, aún no lo sé. No te odio, tampoco te amo. Me duele extrañar las cosas buenas a pesar del daño que nos hicimos. Me duele pensar en todas las mañanas juntos, desayunando para después salir a ver el día (soleado aquí, nevando allá), volver adentro para verte jugar videojuegos o acompañarte para cenar la comida china de cada viernes. Me duelen las películas que vimos juntos, (puedo asegurar que fueron más de cien) y recordar cómo sonreíamos al mismo tiempo o cómo ya no te sorprendía el verme llorar en ciertas escenas. Duele cómo me enseñaste a vivir tu pasado a través de tu filmografía personal. Me duelen nuestras películas, nuestros sound
"¿Pero cuándo el amor es propiamente amor? ¿Puede uno amar a quien le acompañó por una hora? ¿Por dos horas, dos meses, dos años, dos minutos? ¿Se ama a quien se conoce, justamente por eso, o es quizás al revés: conocemos para mejor desconocer, y así poder amar sin el estorbo de la realidad? ¿No es cierto que quienes más se aman son a veces quienes menos se conocen? Ni una sola de estas preguntas se plantea jamás para buscar respuesta verdadera. Ninguna la tiene, ni la tendrá, a menos que uno decida imponérsela, casi siempre de acuerdo con su más absoluta inconveniencia. Incluso sin respuesta, lanzadas al espacio estratosférico de los propios insomnios, las preguntas que apuntan a la probable existencia del amor suelen aparecer cuando no queda tiempo, ni voluntad, ni siquiera osadía para ponerlas en duda. Preguntarse si por casualidad se ama equivale a plantear una alternativa entre felicidad y desdicha, buena y mala fortuna, besos y bofetadas. Se elige ser feliz, besado, afortun
escribes en el aire como si nubes derramaran de tus dedos como si colocaras una a una sobre el cielo dispuestas a convertirse en lluvia las palabras-nubes son luz en tus manos  llueven despacio en líneas fragmentadas  sobre el polvo y la tierra seca  escribes como un sol invisible hilvanando entre las sombras un parpadeo de sueño y el aliento de flores muertas déjame respirar  la pureza de tu cielo alcanzar tus nubes flotar en la levedad de tu universo  déjate llover  inunda esta ciudad de ciegos donde aún quedan latidos de cuerpos dispuestos a desnudarse 
juguemos a respirar juntos a inventar palabras nuestras: un idioma dentro del sueño juguemos a la poesía a fingir que el tiempo es estático a que estás conmigo y que estoy contigo cuando ya sólo estremece tu sombra juguemos a que sé dónde encontrarte a que no he olvidado cómo caminar  sobre el eco de tu voz ni cómo devolverle el sentido a tu andar  quiero disipar las nubes de tu cielo sembrando estrellas de luz inmortal para que no desaparezcas nunca  ni el silencio más cotidiano  es lo mismo sin tu presencia crisálida en flor   siempre eterna en mi memoria  juguemos a que estás aquí  y a que la marea aún aroma  este viaje en el que coincidimos