Llévame al reino sin dueño
a la tierra de las sombras
donde la sangre ansía
recorrer los cuerpos;
cúbreme con el velo de tus ojos
y adentrémonos en esta fosa en llamas.
El viento galopa sobre nosotros
la noche se hace presente
proclama su poder esclavizándonos
desgarrando nuestra piel
poseyendo nuestras almas
en una ofrenda de unidad sagrada.
Ahógame en el desierto
entierra el sol con tus manos
y esconde la luz dividida.
No importa donde estamos
si el olvido anidará en nuestra conciencia al final
ahora somos este miembro palpitante
dentro de una bestia que emerge y agoniza.

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