Súbita ausencia en que te miro, ya no hay pupilas que me devuelvan la memoria. Te miro, desnudo el filo de tu luz, apenas sobre mis labios renace la muerte. Exhalas círculos de humo, geometría intangible que me conduce hacia tu boca, donde aspiro lentamente con la vaga intención de retenerte en mi organismo. Abro mis  párpados y descubro la cadencia atípica de tus ojos oscuros, torrente, tempestad de pestañas, guardianas de tus tristes reflejos. Dejo de mirarme en tus ojos para comenzar a escucharte. Contigo no existe el silencio, tú eres la palabra, el sonido que no sabe cómo morir. Ahora sólo soy tu voz, sólo el lenguaje de tu cuerpo. Contigo sólo soy, sólo dejo de ser.

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