Son tus ojos el símbolo de lo etéreo. Me haces ascender hacia donde la luz se corrompe, a punto de tornarse en sombra. Allá, tus ojos. Miro el reflejo de la luz que emerge de tus pupilas hasta herirnos. Un dolor mesurable, hipnosis sagrada que circunda el fin. Horizonte que penetro, sin ser el sol, sin ser el viento. Dos ojos terrenales que pretenden descifrar el origen de la pureza, el mar de los secretos. Tus ojos conmigo, noche donde naufragan los cuerpos, sed eterna, santuario del incendio.
ahí donde descubrí al hombre y a la mujer encerrados en la realidad circundados de objetos, de planicies límítrofes de deseo qué era la realidad entonces sino tú y yo y un cúmulo de verdades y mentiras mezcladas o el juego del sí y el no la química de la sangre la noche la noche la noche el mirarnos frente al espejo después de hablar del nosotros que no existe el lóbulo derecho la mano izquierda espalda cuello vientre mirando al cielo o al suelo y el olor y el sonido de tu cuerpo qué es la realidad ahora sino la memoria la reminiscencia del deseo y pensar en el quizás volver a ver tus ojos en la oscuridad
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