Vienes del sonido, recreas la existencia dentro de un vórtice arbóreo
que ya no sabe cómo morir. Ahora todo se
sabe dentro de ti, en el alba y el crepúsculo que nacen en la inhalación de cada
día y el filo que escurre constante sobre ciudades sin nombre.
No me olvides porque no hay mañana; porque aquí hay una perpetua
urgencia de tu voz flamígera, de tus palabras claras; porque las madrugadas
transcurren sin sentido si sé que no estás y éste vuelo desciende hacia la
nada.
No me olvides porque no hay mañana, no hay mañana.
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