I
¿qué palomas vuelan al final de la última vena
donde esos latidos verdosos de verano
brillan debajo de tus párpados cerrados?

la ciudad es cada vez más inabarcable:
un fondo de luz es la medida de mis brazos
mientras el tiempo se dilata
sobre la piel y los labios

bajo el cielo los ojos se multiplican
simulando el infinito en cada mirada
como diamantes errantes
a través de un laberinto de espejos

II
el deseo se procesa entre la sangre
tendidos sobre la tierra
los pulmones se expanden al sol
y se encienden los huesos
ciñéndose a las raíces de la carne

se hunden todos los astros de madrugada
y en el sopor del vacío se alimenta
la máscara del día que pretende
ser el principio del origen

un cuerpo se suma a otro
en comunión indómita
amanecen entonces atestados
por la levedad del tiempo
o la elevación del lenguaje

III
somos invitados invadidos
de la urgencia silvestre de la muerte

las convulsiones del aliento
florecen en las gargantas polícromas
y las voces se despliegan en torno al silencio
mientras la luz dentro del agua
danza sobre la piel

en un doble despertar difuso
deseamos disolvernos fuera del aire
más allá de las formas y los matices:
en lo imperceptible del universo
que se reproduce constante en nuestra mente

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