Nada esencial sucede en la ausencia del ruido…
en la mayoría de las culturas, el tema del ruido
descansa en el origen de la idea religiosa…
Entonces, la música, constituye una comunicación
con esta primordial y amenazadora oración del ruido.
Jaques Attali

I
Es la arquitectura de tus palabras perforando mis pupilas
y tu melomanía emergiendo desde mi médula en secreto.

Aquí sólo el zumbido infinito de tus labios-alas
vibrando allá donde el sol, al fondo del cielo;
ahora sé que habitarás en mi cuerpo eternamente,
dentro de los árboles o debajo de la tierra
como el eco de las aves navegando sobre el silencio.

Un aura sónica ya me une a tu cuerpo,
El sonido inmensurable nos ha tornado visibles.

Miro el matiz sedante de tu silencio agonizando,
y de mis dedos emergen palabras
eyectadas por mi mente dispersa,
símbolos ambiguos que se hunden en la noche
detrás de los astros, sobre las manos de la muerte.

II
Ojos de la ciudad, lentejuelas parpadeantes,
donde el tiempo se desvanece
en intervalos de luz
o de sombras.

Las papilas dilatadas de la lengua del crepúsculo
lamen organismos que se diluyen como recuerdos;
eclipsan con su saliva sagrada tus ojos
mientras te miro distante, sin mirar.

Inmóvil, en la oscuridad de algún piano
mis párpados terminan por cerrarse dentro del sonido;
pienso entonces que tanta intangibilidad es anormal,
te pienso largamente, hasta el amanecer.

III
Llega el tiempo de las nubes colmadas de agua
y el horizonte sin nieve más allá de mis brazos.

Tus manos de hombre sin manos me hieren débilmente
como el sol opaco quemando nuestra piel de verano;
aquí no hay montañas a donde huir,
sólo la lluvia que despierta como el alcohol con el fuego
y tu zumbido etéreo palpitando bajo el asfalto.

Pero sobre mis manos se halla el canto solitario de tu existencia,
donde ha nacido un dios secreto, el dios del sonido;
de él aprendimos a devorar los silencios terrenales
y a amar las armonías ocultas en su universo.

IV
He comprendido la perpetuidad del sonido
aún después del silencio y después del eco.
Y el ruido o la música o la no-palabra tejen los sucesos
que configuran el designio de cada exhalación.

El tiempo ha transcurrido sin poderlo suspender
mientras las flores se marchitan y vuelven a surgir.
Las esperanzas fundadas descansan bajo las sábanas
como un arma sin municiones al fondo de las manos
de algún cementerio de restos socavados.

Me pregunto si es la explosión de tus palabras
o el mito de tu silencio; el coágulo de mi sangre o
la alarma muda que palpita en los senderos estáticos.

Es el sonido:
tu sonido
tú, sonido. 


*Esto es de lo que hablaba en esta otra entrada.

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