Se desprendía de la tierra aflorando entre tu cuerpo. Un bálsamo de sangre se hacía tangible a través de su piel de espuma. Se escondía detrás de los árboles, cerraba tus ojos con sus manos. El amanecer danzaba sobre sus párpados desvaneciéndose en sus ojos de ginebra. Solía sumergirse en el agua o en las flores como una sombra. El grito de las aves era la sangre de sus alucinaciones. Su cuerpo emergía en el crepúsculo como un sopor nebuloso que segregaba el tiempo y el espacio de la realidad que trazaba en tus sentidos.


Comentarios

  1. Sólo se le puede mirar cuando nace o cuando se va, y no fácilmente. Su magnetismo poderoso invita en cierto modo a callar y a observarse al mismo tiempo a uno por dentro. Por eso quizás el grito de las aves es la sangre de las alucinaciones (me gusta).

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  2. El amanecer danzaba sobre sus párpados desvaneciéndose en sus ojos de ginebra

    y a mi que estos versos me hace pensar en una persona alcoholica, esto y las alucinaciones.

    Tienes metáforas e imagens buenisimas

    besos

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