Cerraba los ojos lo más fuerte que podía deseando que no lo mirara. Al abrir sus ojos encontraba los míos sólo por unos segundos y otra vez sus párpados se cerraban, sonriendo con la sonrisa más pura del universo. Esa sonrisa se disolvía lentamente con los ojos cerrados entre los brazos de su madre hasta perderse en sueños. Durante ese letargo extendía su mano como para alcanzarme, con los ojos todavía cerrados, y aún en sueños, su mano seguía flotando levemente en dirección mía. Yo no podía dejar de mirarlo, terminé por cerrar mi libro de Kundera, para observar en su totalidad aquella mínima mano, y ese cuerpo como una máscara de la muerte, la respiración apenas perceptible en medio de la pureza que emergía de sí mismo. Cuando su madre se levantó quise decirle adiós, pero el sueño lo había vencido, su mano no tocó mi mano, y sus ojos quizás se olvidaron de los míos.
ahí donde descubrí al hombre y a la mujer encerrados en la realidad circundados de objetos, de planicies límítrofes de deseo qué era la realidad entonces sino tú y yo y un cúmulo de verdades y mentiras mezcladas o el juego del sí y el no la química de la sangre la noche la noche la noche el mirarnos frente al espejo después de hablar del nosotros que no existe el lóbulo derecho la mano izquierda espalda cuello vientre mirando al cielo o al suelo y el olor y el sonido de tu cuerpo qué es la realidad ahora sino la memoria la reminiscencia del deseo y pensar en el quizás volver a ver tus ojos en la oscuridad
creo que no, puede que no sea consciente de ello, pero creo que no se olvidará de tus ojos si hubo esa magia :)
ResponderEliminarEl recuerdo a pesar de la inconsciencia, es una idea en la que quiero creer, y aunque el olvido se haga presente la magia persistirá, al menos en mí :)
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